Es imposible olvidar los gritos de un hombre indefenso que imploraba auxilio. Fue una noche tibia de mayo de 2010, cuando al menos una docena de agentes fronterizos sometían a puntapiés, macanazos y descargas eléctricas a Anastasio Hernández Rojas. El violento incidente sucedió a escasos metros de la antigua salida peatonal de la garita internacional de San Ysidro, ante la mirada atónita de cientos de personas que observaban horrorizadas como los uniformados acababan con la vida de un ser humano.
A pesar de las súplicas de los peatones para que cesara el brutal ataque, los agentes continuaron - con lujo de saña- la cobarde agresión en contra de Anastasio, quien se encontraba postrado boca abajo, atado de pies y manos. Pocos días después, Anastasio moriría a consecuencia de la tortura a la que fue sometido. Su mujer, sus cinco hijos, su madre llorarían su muerte. Toda una comunidad se sentiría indignada.